El problema no es tener una idea, ellas van y vienen todo el tiempo, mientras duermes, cuando comes, incluso en la regadera, cualquier momento puede ser ideal para que se te ocurra la que podría ser aquella que cambie por completo tu vida pero insisto, ese no es el problema, lo difícil viene al momento de ejecutarlas y llevarlas a cabo.
Después de estar inmerso un tiempo leyendo y aprendiendo sobre aspectos fundamentales para llevar acabo de manera más eficiente mis ideas me detuve a analizar un poco todo este asunto. Me resultó necesario hacer una reflexión respecto a tantas obras de todo tipo -literario, visual, musical, etc- que he conocido en mi vida y que he criticado haciendo uso de mi tan característico y punzocortante lenguaje. Me di cuenta de que por encima de mi gusto personal o la calidad y maestría con que hayan sido ejecutadas tienen un valor que radica en el hecho de que fueron llevadas a cabo y eso, me parece, es algo que hay que reconocer.
Resulta difícil muchas veces iniciar un proyecto y generalmente los que más trabajo le cuesta a la gran mayoría son los de naturaleza personal pues demandan además de una gran cantidad de energía una tremenda fuerza de voluntad y -“desarrollar una gran tolerancia al fracaso”- como nos dijo una vez un buen amigo. Este último es un músculo que se desarrolla con el tiempo y es el costal de arena que puede hundirte si flaqueas en el momento equivocado o el par de súper piernas que te llevarán hasta la victoria. No se puede hablar de cualquier proyecto en la vida sin que esté presente el ingrediente del fracaso. El fracaso es inherente al éxito que tengas en la ejecución de tus ideas pues de él aprendes y te hace fuerte.
Hace unos meses comenzamos con un proyecto que se asumió de manera personal en Simbiosis. No había presupuesto para desarrollarlo, simplemente el hecho de hacer algo por el simple gusto de hacerlo. Lo tomamos como un ejercicio conceptual para salirnos un poco de lo habitual en el día a día y porque nos pareció divertido explorar un par de ideas. Este proyecto del que les hablo es un videoclip para la banda de Alejandro, Spacemono, la canción es El Odio del EP “Queen Of My Heart”, disco producido por Luis “El Chino” Ortega (9corners). Fue un proyecto que debido a la técnica de cuadro a cuadro que se usó para algunas de las secuencias puso a prueba nuestra resistencia y alargó el proceso que originalmente se tenía contemplado para que no excediera de dos semanas pero decidimos que el tiempo no sería un factor que determinara la calidad de la pieza y escogimos el camino largo. Algunos otros proyectos fueron y vinieron durante todo el proceso de este videoclip, se destinaron algunas horas a la semana para no descuidar el proceso y que las ideas no perdieran tracción. Hubo un par de periodos en los que hubo dudas respecto a si funcionaría o no pero debido a que la premisa no era el tiempo de entrega pudimos darnos el lujo de dejarlo reposar por unos días para después abordarlo de nuevo bajo una óptica más objetiva que nos ayudó a determinar si la pieza iba bien o no. Definitivamente puso a prueba nuestra resistencia -sobretodo en épocas en donde había mucho trabajo de otros proyectos- pero el resultado excedió nuestras expectativas. La pieza es potente, tiene una fuerza que refleja el título que lleva por nombre. La idea no era mostrar una historia o una realidad en particular, simplemente es mostrar el odio como un sentimiento que carcome y como estamos rodeados y bombardeados constantemente por historias de odio que nos llegan ya sea por la TV, el periódico, nuestros amigos, etc.
Este proyecto nos dio una perspectiva distinta a la hora de abordar y realizar ideas alternas. Es necesario confiar más en uno mismo y dejar de ver tantas referencias en internet, en libros o en la calle, hay que HACER MÁS pues cuando ejecutamos se genera una inercia que nos lleva hacia un mar de posibilidades que por lo general no teníamos contempladas. Sé que hay que pagar las cuentas, la comida, la renta y demás “responsabilidades” que tenemos pero no podemos dejar en último plano y para “cuando tengamos tiempo” la posibilidad de explotar nuestro potencial e ideas en aras de cumplir con nuestras “obligaciones”.